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Soñemos con el Azul
y el Verde de Nuestro Planeta

 Todos los años por los meses de enero, febrero y marzo en las regiones ribereñas al río Magdalena encontramos una gran afluencia de pescadores que aprovechando el retorno de los peces a su sitio de nacimiento, tiran sus atarrayas, anzuelos y redes para proveerse de buena cantidad de peces.

Es una gran migración de diferentes peces entre los que sobresalen el capaz, bocachico, nicuro, bagre, blanquillo.

A este fenómeno en particular se conoce como LA SUBIENDA, que por esos meses activa la economía de las ciudades ribereñas, debido al aumento acelerado de la producción pesquera. De aquí se desprende la celebración de "El Festival de la Subienda" en uno de los municipios cercanos a Manzanares.

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La Subienda

Con la información que recibiste y con lo que conoces del temaformula algunas respuestas (Hipótesis) 

a los siguientes interrogantes:

 

1_ ¿Desde dónde retornan los peces durante el fenómeno natural de La Subienda?

2_ ¿Para qué retornan los peces desde las desembocaduras de los ríos hasta su lugar de nacimiento?

3_ En una situación ficticia en que te encuentres a punto de ingresar en un bosque muy poblado de vegetación, con intrincados parajes y con grandes extensiones de tierra (con alta probabilidad de perderte en él, pues no hay señalización alguna)...

¿Qué estrategias utilizarías para evitar perderte?

¿Cómo garantizarías tu regreso al sitio de partida, luego de varios días de estar internado en el bosque?

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Ahora bien,

Si tenemos en cuenta que el río Magdalena tiene una gran cantidad de afluentes (pequeños ríos, quebradas, manantiales, riachuelos):

¿Cómo hacen los peces para identificar exactamente el sitio donde nacieron y a cual deben llegar?

4_ ¿Cómo afecta el calentamiento global este fenómeno natural de migración de los peces?

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Escucha con atención y...

1_ Analiza el contenido de la canción que hace referencia a este fenómeno natural:
"La Subienda de Gabriel Romero"
      . Da click en el enlace, copia y aprende su letra.
2_ ¿Por qué esta canción hace parte del
folclor colombiano?
3_ ¿A qué clase de peces hace referencia
la canción?
4_ ¿Por qué es un fenómeno económico
tan importante en la región?
5_ ¿Cuál es el aporte nutricional de los pescados en la dieta de las personas?
6_ ¿En qué ciudad se lleva a cabo el festival de La Subienda?

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7_ ¿Cuál es la rama de la zoología que se encarga del estudio de los peces?

8_ ¿cuáles son los tres grandes grupos en que se clasifican los peces?

 

 

 

Lee, analiza, reflexiona y amplía tu vocabulario: 


Te invitamos a leer detenidamente la siguiente crónica de Juan Alberto Gómez Duque


"La Subienda: el ciclo fecundo de La Magdalena"

Vicente Salas vino al mundo a pescar. Su padre no tenía por qué saberlo, ni para qué. Poco importan las vocaciones cuando se nace a orillas del río grande de La Magdalena y el pulso de los años se mide en subiendas: la pesca se impone por destino y por necesidad.

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“Tenía cuatro años cuando mi papá murió, pero me acuerdo cuando caminaba detrás de él, de peñón en peñón, y lo veía lanzar la atarraya mientras mi mamá ayuntaba el nicuro”, relata ahora Vicente, cincuenta años después, jalando el chinchorro que, a medida que se cierra contra la orilla, deja escuchar el chapoteo de los peces en la superficie del agua.

Por los meses de enero a marzo de cada año, Vicente llega a este sitio del río llamado San Fermín con su compañero Omar Betancur, arman su ranchería y repiten la faena de tantos años, cuya acción principal denominan lance: extender la red trazando un semicírculo contra la orilla, e irla cerrando para ensenar los peces, que terminan agitándose en la ribera lodosa en un reverbero plateado y un palmoteo de aletas.

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“El día de nosotros es la noche. Comenzamos a las ocho y echamos lances cada hora. Por la mañana, uno de los dos saca el pescado a vender al comercio de La Dorada, mientras el otro se queda haciendo la comida. Así se nos van los días en subienda”, refiere Omar.

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El calor del día los hace preferir la noche, pero también el ruido de personas y motores de canoas que ariscan el pescado. “En la noche hay menos bulla y el pescado sube más orillao”, explica Vicente. Por supuesto, los peces no le huyen al silencio nocturno de La Magdalena, populoso de grillos, ranas, cigarras, murciélagos y remotas alarmas de guacharacas. “Pero si usted pudiera ir a esta hora a Honda y a Puerto Bogotá, donde yo nací, vería el gentío pescando día y noche”.

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“La subienda es como una piñata”, comenta Vicente; y él desde muy niño se preparó para la fiesta: “en el barrio cosíamos pedazos de redes viejas y les aplastábamos tapas de gaseosa a los extremos como semejando las plomadas, entonces las lanzábamos en los solares y decíamos que las hojas, los palitos y las piedritas que cogíamos eran los pescados”. Así, el juego los iniciaba en el oficio familiar, común a muchos habitantes de Honda y Puerto Bogotá, las dos poblaciones que se miran, cara a cara, desde las orillas del Magdalena, entre los departamentos de Tolima y Cundinamarca.

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La subienda es migración de peces, pero también lo ha sido de pescadores a lo largo del río Magdalena, y un día Vicente cogió su canalete y se fue río abajo a encontrar la desembocadura del río La Miel, donde la pesca era abundante y el río encantador. Estacionó su canoa en el corregimiento Buenavista del municipio de La Dorada, le gustó el lugar y se quedó a vivir. Pero cada año, por subienda, sigue levantando el cobertizo de paja que constituye la ranchería en el sitio San Fermín, sobre el Magdalena, a unos veinte minutos en canoa desde Buenavista; y aunque ya tiene motor y usa carpas en vez de plásticos, el ritual y la ilusión siguen siendo los mismos. “Antes, los pescadores nos movíamos más por el río; una canoa con motor remolcaba otras cuatro o cinco hasta los sitios de pesca, pero ya nos volvimos más estacionarios en las rancherías y ya nadie tira canalete. El precio del pescado tampoco justifica moverse, por el costo de la gasolina”, me sigue contando Vicente mientras selecciona los nicuros y bocachicos, cuidando bien de que sigan tocando el agua debajo de la red para devolver los más pequeños al río.

He contado cinco lances y la pesca es buena. Vicente y Omar extienden el chinchorro, seleccionan los peces y los depositan en un cajón de 160 centímetros de largo, 60 de ancho y 40 de alto que permanece medio sumergido en el agua, para mantener el pescado vivo y entregarlo más fresco. El último lance es a las cuatro de la mañana y hay que apurarse a ensartar el pescado para llevarlo a vender. Lo derraman sobre un plástico, pero antes hay que rayar los nicuros, es decir, hacerles una incisión en el vientre para permitir que el hielo enfríe mejor las vísceras. “Ahora hacemos yuntas hasta de 35 pescados que pesan entre cuatro y cinco libras pa venderlas a tres o cuatro mil pesos, dependiendo de cómo esté el mercado, cuando hace quince años las hacíamos con diez pescados”, apunta Vicente. Con el desgaste del recurso se hace difícil cumplir con las tallas mínimas, que para el nicuro es de 18 centímetros y para el bocachico de 25.

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El carraspeo desapacible de las guacharacas va llenando el aire, y las líneas del horizonte definen mejor las franjas que van entre el gris claro de la masa de agua, el azul oscuro de la vegetación y el gris azulado del cielo que empieza a insinuar la claridad. Vuelan los primeros cormoranes, y los cantos de chilacos, torcazas, trespiés y sanjuaneros compiten con las nubes de golondrinas atravesadas por el vuelo de garzas estridentes. Diviso otras tres rancherías que deben estar consagradas a la misma tarea que apura a Vicente y a Omar, porque a las seis deben estar listos en el lugar adonde llega la camioneta en la que transportarán el pescado hasta el mercado de La Dorada. Cuarenta sartas llenan el vientre de la canoa. Vicente toma un baño en el río y prende el motor.

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Apenas se disuelve el ruido del motor, tomo súbita conciencia del peso de la noche y el rudo trabajo en el rostro de Omar. Me invita a la ranchería y se ocupa de encender el fuego. Con un gesto amable rechaza mi ayuda y, aunque me siento inútil, el cansancio vence a la vergüenza lo suficiente para no insistir Me duermo en la hamaca con el efecto sedante de sus movimientos ceremoniosos y su voz serena de viejo pescador.

Cuando despierto, Omar sigue hablando. Parece no importarle que el sueño le hubiera robado mi atención. Me ofrece tinto con pan. “Pal almuerzo voy a preparar viudo de pescado”, me dice y se acuesta un rato.

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Mirando el río es inevitable notar el vuelo constante de los rayadores cerca de la ribera, que abren el pico para trazar con su mandíbula inferior una incisión fugaz sobre la superficie del agua buscando alevinos. Su tamaño, de unos cincuenta centímetros, la envergadura de sus alas, de más de un metro, así como el color blanco rotundo de su parte frontal, que contrasta con el negro del plumaje y el rojo de la base del pico, imponen su presencia en el paisaje e invitan a la contemplación; lo que en mi estado significa una invitación al sueño.

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Responde y consulta: 

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A. ¿Cuál es el nombre del autor de la crónica?

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B. ¿Cuál es el nombre del protagonista de la crónica?

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C. ¿A qué se refiere la expresión: "la pesca se impone por destino y por necesidad"?

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D. Consulta el significado de: 

       Atarraya.                      Ayuntar.

       Chinchorro.                 Chapotear.

       Ranchería.                   Ensenada.

       Ribera.                         Reverbero.

       Palmoteo.                   Populoso.

       Coser.                          Cocer.

       Plomada.                     Migración.

       Canalete.                     Cobertizo.

       Apacible.                      Estridente.

       Sedante.

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E. Menciona la fauna silvestre a la que hace alusión la crónica.

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